miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 17

LA CUARTA NOCHE

Un pecado puede convertirse en una pesadilla nueva y real cuando existe

la posibilidad de que vaya a salir a la luz.

Mark Twain

Ella no tenía ni idea de lo bien que se había sentido él la noche anterior.

Nick estaba acostumbrado a despertarse con una mujer a su lado, pero cuando se dio la vuelta en su almohada y encontró a ________, su polvo apasionado en la bañera le vino de nuevo a la mente. Era la primera mujer con la que tenía relaciones sexuales sin utilizar preservativo desde que había dejado a Angie, hacia muchísimo tiempo ya. Le pareció como toda una eternidad.

No lo había hecho a propósito. Simplemente se había metido en la bañera, la había invitado a entrar con él y de alguna manera durante el proceso se le había ocurrido que no tenía una goma en ningún lugar que estuviera al alcance de la mano.

Y quizás había sido injusto no señalar aquello, no recordárselo a ella, ya que estaba claro que también se había olvidado del detalle, pero él no. Porque cuando ella se deslizó sobre él tan húmeda, tan tensa, cuando él sintió aquella vulva cálida y tersa colgando sobre su verga, piel contra piel, simplemente no tuvo la fuerza de dejar de sentirla.

Él sabía que estaba sano, porque siempre había tenido cuidado hasta aquel momento. Y estaba condenadamente seguro de que ________ también lo estaba, estaba muy seguro de que era el primer hombre al que se follaba después de haber dejado al cabrón de su marido. Y él sabía que ella estaba tomando la pastilla anticonceptiva, porque lo había mencionado entre las cosas que tenía que hacer el día anterior por la mañana cuando se fue de vuelta a su habitación para prepararse para la reunión del desayuno con Blush. Él le había sugerido que las llevara en la cartera para que no tuviera que escabullirse a su habitación en el futuro.

Justo en el momento en el que pensaba aquellas cosas, ella abrió los ojos.

Y él miró hacia otro lado. No estaba seguro de cuál era la razón, pero supuso que no quería que lo pillara mirando mientras ella dormía. Había algo en ello que le parecía... bueno, como si fuera otra persona, como si no fuera propio de él.

Solo cuando ella se estiró y bostezó, él se dio la vuelta para decirle:

—Eh, nena.

Su sonrisa somnolienta iluminó la habitación.

—Eh —definitivamente, tenía el aspecto de una mujer que había recibido mucho placer la noche anterior, y aquella idea hizo que su pene volviera a la vida debajo de las sábanas.

—¿Tienes que tomarte tu pastilla?

Ella gimió con suavidad.

—Oh, vaya, gracias por recordármelo. Pensé que podría dejármelas después del divorcio, pero hacen que me baje la regla con regularidad —y, levantándose de un salto de la cama, contoneó su precioso cuerpo desnudo hacia la zona del salón, donde él supuso que habría dejado la cartera la pasada noche. Observó su dulce y redondo trasero bamboleándose y un momento más tarde, la vio regresar, con sus bonitos pechos —y unos pezones que ya estaban erectos— balanceándose de un lado a otro mientras caminaba.

Cuando echó un vistazo al reloj, él también lo hizo y joder, ¡era casi mediodía!

—Mierda —dijo él. —Menos mal que no tenemos nada planeado para hoy.

Ella se sentó al borde de la cama.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer?

Nick reflexionó sobre aquella pregunta.

—Esta noche, tenemos que hacer algunas paradas en unas cuantas discotecas más, pero podemos aprovechar la tarde para hacerles una visita a algunos de mis contactos en el Strip. Y quizás podamos hacer algo más mientras tanto.

—Suena bien —le dijo ella y a él le pareció adorable la manera libre y fácil con la que se repantigaba completamente desnuda. Aquella no era en absoluto la manera en la que había imaginado a ________ antes de aquel viaje, o incluso después de la primera noche que habían pasado en la cafetería francesa.

—Y tú eres una pequeña y buena chica —añadió él. —Quizás podamos ir a ver algunos monumentos. Lo que aquí significa hacer turismo por los hoteles. No es que suene tan excitante, ya lo sé, pero algunos de esos lugares son bastante espectaculares.

Ella ladeó la cabeza, en un gesto coqueto.

—Solo hay un problema con ese plan.

—¿Cuál es?

Ella negó con la cabeza, y su pelo revuelto por la cama cayó enmarcándole la cara.

—No soy una pequeña y buena chica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario