miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 36

Lo que más sorprendió a ________ fue lo fácil que le resultaba todo aquello.

Lo fácil que fue dejarse guiar por Anthony y Nick hasta la tarima cuando el trío anterior acabó su escena. Lo fácil que era concentrarse simplemente en Nick y en su deseo por él —más que eso, en su amor por él— mientras le pasaba los brazos alrededor del cuello y lo besaba delante de la multitud.

Por supuesto, la razón por la que aquello le resultaba fácil era en parte porque, incluso aunque fueran el centro de atención, había mucho que estaba teniendo lugar a la vez. Algunas personas se fueron y llegaron otras nuevas. Algunas de las camas de los alrededores estaban llenas de gente follando y chicas desnudas iban y venían de las piscinas cuando querían, solo para pasearse por la sala, húmedas y con un aspecto impresionante.

Pero la otra razón por lo que aquello le parecía fácil fue porque Nick había hecho que así fuera. Había logrado que el pecado fuera tan... bueno. Aquel tipo de pecado. Se negó a pensar en otros pecados que podía haber cometido aquella semana, y se concentró solo en los pecados de la carne, lo cual, compartidos con Nick, ya no le parecían pecados en absoluto.

Las suaves notas de la música de los laúdes y las liras llenaban el ambiente mientras Nick la miraba en la tarima, y Anthony se levantaba detrás de ella. Y ________ se alegró, porque incluso si se los follaba a los dos, todo aquello era por darle placer a Nick , excitar a Nick, por ser su última y liberada chica sucia.

La mirada de Nick cayó hacia sus pechos. La tela de la toga la cubría ahora otra vez y, levantando las manos, moldeó sus pechos, haciéndola suspirar y arquearse hacia él.

Detrás de ella, las fuertes manos de Anthony se cerraron sobre sus caderas, después descendieron lentamente para masajearle el trasero.

Oh, Dios, ella nunca había sido tocada por dos hombres a la vez. Y era parecido a lo que había experimentado la noche anterior, cuando había recibido placer por Nick y Jenelle, solo que aquello era mejor aún. Porque sus dos amantes eran hombres, hombres duros y varoniles. Y porque le daba la sensación de que todo el mundo los estaba mirando, la observaba deshacerse de cada una de sus inhibiciones, por su amante.

Las palmas de Anthony la tocaban con destreza desde atrás, y subían por su cintura hasta llegar a sus pechos y acariciarlos con suavidad, amasándolos después. Ella echó hacia atrás la cabeza mientras sufría el placer extraño y embriagador de dejarse tocar por alguien que no conocía mientras Nick la observaba.

Cuando Anthony curvó los dedos en las franjas de tela que le cubrían el pecho y tiró hacia abajo, desnudándola, Nick se inclinó para besarla, y succionar sus pezones. Y mientras el placer la inundaba, las manos de Anthony viajaron más abajo: una le levantó la falda y la otra le acarició con descaro entre sus piernas. Ella se movió involuntariamente contra sus dedos, el hecho de ser el centro de atención de la bacanal todavía alimentaba su excitación.

Y cuando Anthony desató el cordón de oro que había alrededor de su cintura y Nick deslizó los pulgares bajo las cuerdas de su hombro para hacer que su vestido cayera en un remolino hacia sus tobillos, ella ni siquiera se sobresaltó por su desnudez. Es más, gozó de ella. Sus pezones se arrugaron y se tensaron más, su vulva se inundó de calor.

Con la guía de las manos de Anthony, ella se puso sobre la tarima, sobre las manos y las rodillas, adoptando la misma postura que había tomado la rubia que estaba de rodillas a su llegada, la rubia que al principio empezó a inspirar su deseo por un sexo tan temerario.

Como la rubia antes que ella, lanzó atrevidamente el trasero al aire, arqueó la espalda y levantó la cabeza para mirar a Nick cuando este se deshizo de su propia toga, que cayó de un golpe al suelo. Sus ojos, entonces, se desviaron a su tremenda verga, que estaba completamente erguida, y parecía tan dura y preparada que ella no podía esperar a darse el banquete.

—Ponla en mi boca —le dijo ella, mirándolo a sus ojos negros otra vez. Vio también que Anthony estaba poniéndose un preservativo detrás de ella.

Debería haberse sentido aterrorizada. Alucinada. Pero simplemente no lo estaba. Las cosas que había visto en aquel lugar y aquella noche la habían liberado de tal manera que solo por aquella noche, sus deseos no conocían límite alguno.

Cuando Nick le colocó la verga en los labios, ella los abrió y dejó que él se deslizara dentro. Llenó el hueco de su boca, lento, profundo y ella se deleitó con todos los ojos que la observaban en un estado tan obsceno.

Y cuando él empezó a moverse dentro y fuera, mientras ella se adaptaba a su ritmo, las manos de Anthony se cerraron en su trasero y su mango empujó contra su húmeda abertura.

Una vez más, parte de ella deseaba sentir repulsión, sentirse utilizada y abusada, sentir que estaba cometiendo un terrible error. Pero lo cierto era que no sentía ninguna de esas cosas. Se sentía preparada. Preparada para que dos enormes y duras vergas se la follaran. Preparada para enseñarle al mundo entero —o al menos a las demás personas que habían ido a aquel lugar esa noche— lo hambrienta que estaba, lo traviesa y sucia que era.

Cuando Anthony la penetró, gimió alrededor de la verga de Nick. Oh, cielos, nunca antes se había sentido tan llena. Y de repente, comprendió el regocijo que había visto en los ojos de la rubia antes. Mientras Anthony la embestía desde atrás, Nick le daba su verga desde delante, ambos hombres la hacían sentir más completamente follada de lo que ella hubiera imaginado posible.

Se movieron de aquella manera juntos, su lujuria crecía por momentos, el calor se hacía más intenso, incluso aunque la sensación de tener dos grandes mangos dentro de ella amenazara con abrumarla. Respondió empujando hacia atrás con más fuerza, y succionando a Nick con más energía. Dio todo lo que tenía, quería perderse en cada matiz de aquel momento, deseaba sentir todo lo que había que sentir.

Anthony la embistió con más poder, hasta que ella se vio forzada a soltar la verga de Nick para gritar de placer mientras las embestidas la aporreaban desde detrás. Pero miró a los ojos de Nick todo el tiempo, en cada duro golpe que recibía del hombre que tenía detrás y —oh, vaya— era como si Nick estuviera al mismo tiempo delante y detrás de ella, porque le daba la sensación de que era él quien se la estaba follando y no otra persona.

—Muy bien, nena —le susurró. —Lo estás haciendo tan jodidamente bien —y ella adoraba que él estuviera tan metido en aquello como ella lo estaba, observando a otro hombre hacérselo mientras ella lo miraba a los ojos.

Pero entonces, Anthony, se relajó y aún sin salir de ella utilizó las manos para cambiarla de posición, lo que le recordó a ________ que aquello era un espectáculo para el disfrute de otros clientes y ella estuvo de acuerdo en seguir su guía incluso aunque él hubiera prometido que las cosas serían sencillas.

Detrás de ella, Anthony se echó un poco hacia atrás, se abrazó a ________ y con su verga todavía dentro de ella, descansó las rodillas en la tarima, lo que los situó a los dos en una postura erguida. Oh, sentía que de aquella manera la penetraba con más profundidad, ya que descansaba el peso de su cuerpo sobre él. Tenía las piernas separadas, tan abiertas que sus pantorrillas se extendían por encima de ambos lados de Anthony y él tendió la mano hasta sus muslos y utilizó las yemas de los dedos para acariciar también la parte de delante de su vulva.

Los ojos de Nick cayeron brevemente a su piel recién afeitada, después los levantó hacia ella. Se había quedado de pie a un lado de la elaborada tarima, pero ahora se subía a ella y se colocaba sobre el banco tapizado de rodillas, se acercó más y más, hasta que su endurecida verga presionó directamente entre sus pechos.

Ella aguantó la respiración cuando sintió las manos de Anthony subir más arriba y presionar los dos montes de piel suave alrededor de la longitud dura como la roca de Nick. Suspiró con el placer que aquello le produjo, un placer que nunca antes había contemplado. Y el placer se volvió incluso más intenso cuando Nick empezó a deslizar su erección arriba y abajo entre sus tetas, follándoselas. Oh, Dios, la hacía sentirse tan bien. Tan bien recibir unos golpes tan poderosos aporreando sus pechos mientras Anthony continuaba follándose su vulva desde abajo.

Una vez más, se movió con ellos, los tres encontraron un ritmo en común, y después trabajaron en él. Alrededor de ellos, se escuchaban los gemidos de placer que invadían el ambiente, algunos de ellos venían de ella y los dos hombres que estaban dándole placer. Y estar en aquella tarima seguía inspirándola, haciéndola más enérgica, deseando demostrarle a todos los que allí había lo que era ser una chica mala perfecta.

Cuando la verga de Nick empujó hacia arriba, ella sacó la lengua y recibió la punta en cada una de las embestidas. Él dejaba escapar un caliente gemido tras otro con cada lametón que ella le daba, y finalmente, se inclinó hacia delante, formando una O con la boca, dejándolo que guiara la cabeza de su verga entre sus labios cada vez.

Al hacer que su verga se humedeciera de nuevo, permitió que se deslizara con más facilidad a través del valle de sus senos, volviéndole la piel pegajosa, haciendo que ambos pechos se golpearan el uno con el otro con más fuerza. Ahora eran las palmas de las manos de Nick las que presionaban sus tetas alrededor de su verga, Anthony utilizaba ahora una mano para equilibrar su cintura mientras se la follaba y la otra para frotar su clítoris con cálidos y pequeños círculos.

Se movieron al unísono, el placer se hacía más profundo, más intenso, hasta que ________ pensó que se moriría al recibir tanto a la vez. El remolino rítmico de los dedos de Anthony demostraban su experiencia sexual, llevándola cada vez más cerca del orgasmo con cada una de sus caricias circulares. Ella empujaba el clítoris contra su mano incluso mientras recibía su verga desde abajo. Y sintió los pechos dilatados de los golpes que recibía de la verga de Nick, que de alguna manera, le pareció más grande que nunca.

Escuchó cómo su propia respiración se volvía más difícil, más ruidosa, y supo que estaba muy cerca de alcanzar el clímax, y sobre ella escuchó que Nick también respiraba con dificultad. Levantó la cabeza y se encontró con su mirada cuando la punta de su mango entraba en su boca, después lo escuchó murmurar:

—Oh, joder, me estoy corriendo —justo cuando un cálido y húmedo semen salió disparado de la hendidura de su verga, arqueándose a lo largo de sus senos en uno, dos y tres vigorosos disparos.

Ella se quedó sin respiración y alcanzó el orgasmo, las cálidas palpitaciones de un placer que explotó en su vulva y se extendió hacia fuera mientras Nick frotaba sensualmente su blanca y caliente semilla por sus pechos, dejándolos pegajosos y brillantes, en un masaje obsceno que hacía que su clímax se alargara más y más, más tiempo de lo que nunca había durado.

Cuando finalmente el placer empezaba a desvanecerse, sintió que Anthony empujaba su verga dentro de ella —con más y más dureza— gimiendo con cada golpe, mientras sus manos se agarraban a sus caderas con fuerza y entonces, supo que él también acababa de correrse.

Y mientras todos se quedaban quietos, la multitud que los rodeaba pareció quedarse en silencio también —haciéndola pensar a ella que quizás había un montón de gente que se había corrido con ellos— y Nick hizo algo que nadie en la tarima había hecho aquella noche después del espectáculo. Le tomó la cara entre las manos y la besó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario