miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 24

Un rato más tarde, ________ salió de la cama y se fue al cuarto de baño para asearse un poco. Se quitó los zapatos, después se deshizo de su falda, agotada pero rebosando de una felicidad que no había experimentado nunca antes. Se sentía completamente mareada. Y maravillosa. Por el sexo. Por Nick. Simplemente nunca se había imaginado que pudiera comportarse tan sucia y que aquello le pareciera tan vigorizante. Era como si Nick hubiera descubierto una parte entera de su vida que ella no podía haber experimentado sin él, y todo su cuerpo cantaba con una satisfacción insuperable.

Se miró en el espejo y suspiró felizmente. Se había acostumbrado con rapidez a su nuevo corte de pelo y su nuevo color. Y ahora... incluso estaba acostumbrándose a ser una mujer altamente sexual, a utilizar su cuerpo de la manera exacta en la que había sido diseñado: para concebir placer.

Y aquello la golpeó repentinamente una vez más, con una nueva fuerza... la nueva ________ ya no existía realmente, porque aquello ya no era parte de una actuación, alguien que estaba fingiendo ser, o incluso intentando ser. Ahora era realmente la nueva ________, que se sentía completamente en casa con Nick y totalmente a gusto con todo el sexo escandaloso del que habían disfrutado juntos.

Y probablemente aquello fuera una estupidez, probablemente era peligroso que se permitiera preguntárselo siquiera, pero qué pasaba si... ¿qué pasaba si de alguna manera funcionaba todo aquello y Nick no era despedido y tuvieran que seguir trabajando juntos? ¿Qué pasaba si lo que había sucedido en Las Vegas no se quedaba en Las Vegas, después de todo? ¿Qué pasaba si pasaban demasiado tiempo juntos y él se daba cuenta de que estaba loco por ella, más que a nivel físico, y que quizás una relación seria con él no fuera realmente algo tan horrible?

Dejó escapar otro suspiro, esta vez uno de infantil esperanza y, desviando la mirada de su reflejo, se fue de nuevo a la habitación, donde también encontró a Nick, que se había quitado la ropa y se había vuelto a meter bajo las sábanas. Dios, estaba hermoso tumbado allí, todo somnoliento y sexy, y despeinado, y exhausto, debido a ella.

—Las luces del móvil están encendidas, nena —le dijo, con los ojos cerrados.

Ella miró hacia el tocador que había al otro lado de la habitación, donde antes había dejado su bolso y el teléfono. Lo había dejado allí en el hotel cada noche que habían salido fuera, ya que había pensado que el bolso sería un estorbo que no necesitaba, sobre todo porque la tarjeta de Blue Night que poseía Nick cubría todos los gastos de su viaje. Y lo había hecho incluso antes de saber que habría tanto sexo involucrado en su relación, por lo que al final había resultado ser una decisión excelente.

Caminó desnuda hacia la mesa, cogió el teléfono, lo abrió y escuchó el mensaje.

Después reconoció la voz de Jenkins.

—Solo quería saber cómo te iba, ________. Nick me mencionó en un correo que estabas aprendiendo con rapidez y que tenías un buen oído con la música, así que buen trabajo. Sobre todo porque las cosas no parecen muy alentadoras con Claire. No me sorprendería si nos lleva pronto a juicio, y si eso ocurre, ya sabes lo que significa... Nick está fuera y tú dentro.

Oh, mierda.

Cerró de golpe el teléfono, y deseó que Nick estuviera dormido.

No tuvo tanta suerte.

—¿Algo importante?

—No.

—Entonces, ¿por qué pareces tan preocupada?

Ella se dio la vuelta para mirarlo y vio sus maravillosos ojos negros abiertos ahora y estudiando su clara preocupación.

—Era Kelly —eludió ella. —Tiene un problema con un hombre, eso es todo.

—Oh —dijo él, echando la cabeza hacia atrás otra vez y acomodándose en la almohada; después, cerró los ojos. —Apaga la luz y ven conmigo a la cama. Quiero abrazarte.

Acababa de mentirle. Hasta aquel momento, solo había sido un engaño, le ocultó algo que la influía mucho, y aquello ya le había parecido lo suficientemente horrible. Pero ahora le mintió intencionada y detenidamente para guardar su sucio secreto.

Y como le había dicho a Kelly cuando todo aquello empezó, odiaba las mentiras.

Hizo todo lo que pudo para reprimir la sensación de culpa mientras apagaba la luz de la mesita y se metía bajo las sábanas con su amante, el hombre al que estaba engañando para robarle el trabajo.

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