miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 4

La habitación era lujosa, sin mencionar lo enorme que parecía, y aquello hizo que se despejaran sus dudas acerca de si iba a gustarle aquello de ser una representante de A&R, incluso aunque todavía no existiera el beneficio de viajar en avión.

Estaba ocupada mirando boquiabierta el enorme cuarto de baño alicatado cuando vio, por el rabillo del ojo, una luz que parpadeaba en el teléfono de la habitación, lo que le informaba que ya tenía un mensaje. Se sentó en el borde de la cama y presionó el botón de recuperación de mensaje, y se encontró completamente deleitada ante el simple sonido de la profunda voz de Nick.

— ________. Has hecho un largo viaje en coche, así que tómate toda la tarde para descansar. Luego, reúnete conmigo en el Mon Ami Gabi delante del hotel París, a las siete. Estoy deseando trabajar contigo.

No se identificó. Porque no hacía falta que lo hiciera.

«Qué arrogante», pensó ella, con los ojos en blanco.

Pero también sexy. Y alguien sexy podría compensar su arrogancia de muchas maneras. Ella pensó que en realidad, nunca le había escuchado encadenar tantas palabras antes, y solo su voz, incluso sin una cara que la acompañara, la había hecho sentirse excitada.

No es que ella pudiera permitirse pensar en él como alguien sexy. O como alguien que la excitaba. No, para ________, Nick Jonas era ahora simplemente el medio para conseguir una meta, un trampolín hacia una nueva y excitante carrera. Y Kelly lo había dejado claro: él mismo se lo había buscado. En cuestión de tiempo, aquella semana de subterfugio sería historia, y ella tendría un nuevo y brillante puesto de trabajo que enseñarle al mundo.

Por supuesto, cuando empezó a prepararse para la cena unas horas más tarde, se fue poniendo cada vez más nerviosa. Como su viejo yo, su yo real, la pequeña y nerviosa ________ que respondía a los teléfonos y tramitaba contratos y que generalmente se quedaba en segundo plano, la pequeña y nerviosa ________ que sentía pánico ante la idea de estar cerca de un hombre ultramoderno como Nick durante más de un minuto o dos.

Pero una mirada al espejo le recordó que había decidido no ser nunca más la pequeña y nerviosa ________. Su pelo, que hacía unos días había sido de un soso castaño claro, era ahora de un tono cálido y sexy de castaño oscuro, con un corte elegante que caía recto hasta los hombros, pero que le enmarcaba la cara. Y su cuerpo, que generalmente escondía con ropa bastante conservadora, ahora le parecía tener muchas más curvas con unos vaqueros bien ajustados, botines de punta y una blusa ajustada de color blanco que dejaba entrever su sujetador bordado con cuentas, y que enseñaba algo de su escote. Kelly había declarado oficialmente aquel aspecto como el de una chica segura y cosmopolita, y ella no había podido negar que, en realidad, la hacía sentir precisamente de esa manera. Un par de gafas de sol nuevas completaban la imagen.

Ella sabía que el hotel París estaba lo suficientemente lejos como para garantizar tener que coger el coche o pedir un taxi, pero había decidido caminar un poco. Por muy fabulosamente lujoso que le hubiera resultado el Venecia, se sentía con ganas de devorar más escenas de Las Vegas y pensó que hacerlo a pie era la mejor manera de quedarse con los detalles.

Lo que descubrió a medida que avanzaba fue una ciudad extraña llena de pasajes peatonales y ascensores y puentes que parecían llevar a cualquier dirección sin dejar necesariamente claro hacia dónde dirigían. Así que siguió sus instintos y a las multitudes, sintiéndose minúscula en comparación con todo aquello. Nunca había estado en el Gran Cañón, pero había escuchado a la gente hablar sobre sentirse pequeño allí, como una mancha accidental. Pensó que acababa de descubrir el Gran Cañón urbano, un lugar al mismo tiempo grandioso y opulento aunque también llamativo, un lugar que emitía una sensación subyacente de desastre, que de alguna manera flotaba en el ambiente.

Se detuvo en uno de los pasadizos y se encontró a sí misma observando el ancho y bullicioso Las Vegas Boulevard hacia la grandeza del Caesars Palace, con su césped arreglado y sus estructuras de estilo romano y de color blanco prístino. Pero de repente, su visión se vio oscurecida por una valla publicitaria en movimiento que se paseaba por el Strip en un pequeño camión, y que exhibía a una mujer con pechos enormes y una lencería escasa, y con las palabras «¿QUIERES JUGAR CONMIGO?» junto a un número de teléfono. ________ sintió cómo se le contraía el pecho, y en realidad, comprendió algo: que había parado en un lugar de verdaderas contradicciones, más específicamente, un lugar en donde el césped arreglado y las prostitutas coexistían en paz.

Mientras continuaba con su paseo, se cruzó con familias enteras que llevaban sus cochecitos de bebé, seguidas por grupos de mujeres jóvenes con vestidos bien ceñidos y que iban de camino a las discotecas del lugar. Las limusinas viajaban elegantemente por las mismas carreteras en las que circulaban los autobuses abarrotados de gente. Vio uno cuantos hombres mejicanos de pie en las esquinas, que endosaban tarjetas con fotos de chicas desnudas y sus números de teléfono a cada persona que pasaba a su lado, sin importar la edad o el género. Cuando ________ aceptó inconscientemente una y en ella encontró Bambi, 21 años, se sobresaltó y la dejó caer al suelo, dándose cuenta entonces de que el paseo estaba lleno de papeles parecidos. El pecado cubría literalmente la tierra de aquel lugar.

A medida que se acercaba al hotel París, ________ divisó la cafetería que había en el edificio, y que tenía el aspecto de lo que ella había imaginado que fueran las cafeterías que alineaban los Campos Elíseos en el París real, donde ella esperaba ir algún día. La versión de Las Vegas de lo que era la Torre Eiffel ensombrecía los restaurantes de la calle, y ella no pudo evitar sentirse deleitada con la elección que Nick había hecho del restaurante. Ella sabía que no era París realmente, pero estaba deseando disfrutar de la imitación y se sentía contenta de sumergirse de nuevo en los aspectos más opulentos de la Ciudad del Pecado.

Fue entonces cuando lo divisó, sentado ya y estudiando atentamente el menú. Llevaba una chaqueta de cuero negra, e incluso así sentado, su fornido cuerpo hacía que su simple camiseta vintage de los Ramones y sus vaqueros desgarrados y descoloridos parecieran lo último en moda. Aquella simple imagen hizo que sus pechos se abultaran entre los confines de su sujetador, y que sintiera los vaqueros bien ajustados en el punto donde se encontraban sus muslos, haciéndola temblar.

Él no la había visto, por supuesto —porque ella tenía un aspecto completamente diferente desde la última vez que se habían encontrado— pero aquello le daba la oportunidad de detenerse y estudiarlo en privado, desde la distancia, durante más tiempo de lo que lo había hecho antes.

Cuando él levantó los ojos hacia la camarera, señalando su selección de la lista de vinos, su mirada negra brilló tan intensamente que a ________ le dio un vuelco el corazón. Por la manera en que camarera bajaba la cabeza para sonreírle, ________ supo que ella también se había fijado en aquel brillo excitante. Él le devolvió la sonrisa a la chica, otra cosa de la que ________ no había sido testigo antes, al menos no a distancia, y —oh, Dios mío— era tan bellísima que casi se derrite en aquel mismo pasaje.

¿Y tenía que pasar una semana con él? ¿Concentrándose solo en el trabajo? ¿Intentar esconder su lascivia? ¿Intentar luchar contra ella?

Dejó escapar un suspiro, justo en el momento en el que la mirada de Nick recaía en ella.

«Ha debido sentir cómo lo miraba».

Aunque claramente no la había reconocido. Lo que le parecía al mismo tiempo vergonzoso... y excitante.

Porque su expresión era descaradamente sensual, sexual, la mirada de un hombre que silenciosamente recorre el cuerpo de una mujer utilizando tan solo los ojos. Y también muy efectiva.

Oh, Dios, Kelly tenía razón, ¡Nick Jonas pensaba realmente que era una mujer excitante!

Hizo todo lo posible para ser la «nueva ________ » y se aprovechó de aquella oportunidad para dedicarle una sonrisa fácil, después se abrió camino hacia el interior del hotel hasta llegar al patio en donde se encontraba la cafetería. A medida que avanzaba, se daba a sí misma toda una clase, pero no con su corriente mantra No necesito un hombre. Ahora dirigía toda su atención hacia lo siguiente: «Puedes hacer esto. Puedes ser una mujer moderna, segura y sexy. Puedes ser la nueva ________ ».

No es que aquello fuera a llevar a algún lugar en particular, por supuesto. Una vez que se diera cuenta de quién era ella, su relación se limitaría estrictamente a los negocios.

Y aquello estaba bien. Porque puede que no estuviera haciendo sus afirmaciones en aquel preciso momento, pero a pesar de todo, seguía resuelta en su idea de no necesitar un hombre, y menos un hombre que no pudiera tener realmente. Solo quería que Nick la respetara, la viera como una igual, como alguien que podía hacer bien su trabajo. Y si de repente se le ocurría que también le parecía atractiva... bueno, aquello era solo un extra que añadiría a su seguridad en sí misma.

Después de atravesar el hotel, salió de nuevo hacia el calor de la noche que inundaba la zona de la cafetería, y se hizo camino a través de las parejas que había en las pequeñas mesas redondas hasta que llegó a donde estaba Nick y se sentó delante de él, levantándose ligeramente las gafas de sol hasta dejarlas sobre la cabeza.

Después, él la miró con los ojos entrecerrados.

—¿ ________? —tenía ambas cejas ligeramente enarcadas. Dios, era hermoso.

—Sorpresa —dijo ella, se sentía contenta por cómo de segura y cómoda sonaba ahora su voz. —Ahora soy pelirroja. Supuse que un nuevo trabajo requería un nuevo aspecto. ¿Qué piensas tú?

—Estás genial —le dijo él, y sus ojos volvieron a encontrarse, y esta vez fue casi fatal.

Porque ahora ella estaba muy cerca de él. Y aquella mirada, aquella mirada intensa y increíblemente sexy, la estaba dejando clavada en el sitio, casi dominándola, tomando el control sobre ella. Si había sufrido los primeros hormigueos de excitación unos segundos antes cuando había estado observándolo... bueno, aquello no era comparable a lo que estaba sintiendo en aquel momento. El lugar en el que se unían sus muslos le daba espasmos, y casi involuntariamente, empujó sus pechos hacia delante y le hizo recorrer el labio superior con la lengua. Le dedicó su mirada más provocativa antes de decirle en un tono de voz bajo y frío «gracias».

A pesar de todas las veces que lo había visto en la oficina, aquella era la primera vez que realmente estaban cara a cara, el único enfoque de la atención de cada uno, y también era la primera vez en su vida que había sentido una reacción tan física y visceral hacia un hombre. Uno de los muchos comentarios poco convencionales y brutos de su amiga Kelly le vino repentinamente a la mente: «¿Acaso ese hombre no hace simplemente que te tiemble el coño?». ________ pensaba raras veces sobre su cuerpo en aquellos términos, pero... quizás la nueva ________ sí lo hiciera. Porque, definitivamente, su vulva estaba ahora temblando, de eso no tenía duda alguna.

La pequeña sonrisa de Nick parecía ligeramente depredadora, pero a ella no le importaba en absoluto.

—Me sorprendió mucho que Jenkins me informara que te embarcabas en el puesto de representante de A&R —le dijo. Estaba hablando de negocios, y aun así, sus ojos seguían diciendo sexo, sexo, sexo.

Había algo en todo aquello que le inspiraba a ser descarada y eso, al parecer, había pasado a formar parte de la nueva ella. Enarcó las cejas y le dedicó una sonrisa juguetona.

—¿Te asusta algo de competencia?

Él soltó una carcajada, un sonido profundo y gutural que seguía haciendo que el punto entre sus piernas temblara.

—No, en absoluto, guapa. Solo es que no sabía que tenías tales aspiraciones.

Normalmente, ella odiaba que un hombre la llamara guapa o cariño sin conocerla realmente. Pero como cualquier otra cosa en aquel hombre, cuando Nick lo hacía, le resultaba condenadamente excitante. Incluso el atisbo de acento neoyorkino sonaba seductor viniendo de aquella boca.

—No las tenía —le respondió ella. —Y francamente, estuve tan sorprendida como tú cuando Jenkins me ofreció el puesto. Pero adoro a Blue Night, y tengo pasión por la música, así que me pareció la oportunidad de mi vida.

Nick asintió lentamente, y la miró con sus ojos cálidos de color chocolate negro.

—Lo es. Y aunque tenía dudas acerca de cómo ibas a encajar en el papel, debo confesar que ya no me preocupa.

Ella ladeó la cabeza, y se sintió casi cómoda con su nuevo yo.

—¿Un nuevo color de pelo y algo de ropa nueva marca una diferencia tan grande?

—No es la ropa —dijo él, negando suavemente con la cabeza. —Es la actitud. La tienes. Te lo aseguro. Has abrazado esto con entusiasmo.

—Completamente —le dijo ella. «He abrazado con entusiasmo el deseo de este trabajo. Y voy a mentir para conseguirlo».

Y había algo más a lo que ________ también deseaba abrazar. La lujuria que sentía por él. Sus planes no habían incluido pasar tiempo comiéndoselo con los ojos, ni deseando hacerse con lo que había debajo de sus pantalones. Pero estaba claro que eso era lo que quería en aquel momento, con una fuerza incomparable.

Aun así, aquello no significaba que hubiera planeado hacer cualquier cosa para conseguirlo. Una cosa era ser una nueva ________ en apariencia, en su trabajo, pero otra completamente diferente era cuando se trataba de los hombres, y del sexo. Así que tendría que sentir deseos tranquilamente, aunque sus pezones le sobresalieran a través del sujetador y le vibrara la vulva contra los vaqueros. Y, vaya, parecía incluso que la nueva ________ utilizaba palabras más directas y atrevidas. Estaba claro que había pasado demasiado tiempo con Kelly aquella semana.

Justo en aquel momento llegaba el vino, un buen Pinot Grigió, y pidieron la cena; ambos empezarían con una sopa de cebolla. La conversación tomó la dirección que ella esperaba, el negocio de la música, y Nick le explicó en qué se diferenciaban las discográficas independientes de las grandes firmas, qué tipo de talentos buscaba él para Blue Night, y las tareas que podían incluir una semana normal de trabajo.

—Los viajes de exploración son divertidos, pero una vez que se contrata a un artista, el trabajo incluye un montón de atención. Responderás sus preguntas, los animarás cuando estén preocupados, harás todo lo que puedas para asegurarte de que su trabajo siga siendo fiel a sus visiones y a las nuestras, los acompañarás a las actuaciones para los medios de comunicación, celebrarás con ellos el día en el que sus CD se abarroten en los estantes, y estarás disponible para recibir llamadas a las dos de la mañana cuando simplemente no se sientan queridos. Eres básicamente la conexión del artista con Blue Night. Profesionalmente. Artísticamente. Emocionalmente. Y mientras vas de la mano con cada uno de ellos, debes estar ahí fuera escuchando el siguiente y nuevo sonido que pueda llegar a estar un poco demasiado fuera de lo común para BMC[1] o Sony. ¿Crees que podrás encargarte de todo?

La verdad era que ________ no se había dado cuenta de los aspectos de amplio alcance que abarcaba el trabajo. Pero podría encargarse de todo. De hecho, la vieja ________ siempre había sido por naturaleza un apoyo muy bueno para la gente. Así que le respondió:

—Por supuesto —y él le concedió una sonrisa excitante como respuesta, e hizo que su vulva volviera a excitarse de nuevo.

—Buena respuesta —dijo él. —Porque todo esto ha sido diseñado para ponerte obstáculos, y será así... pero has pasado la prueba.

Ella enarcó ambas cejas, todavía se sentía segura, incluso casi coqueta.

—¿Habrá muchas así? Pruebas, quiero decir.

Él se hizo hacia atrás ligeramente; sus ojos negros parecían estar estudiándola. Pero había algo más en aquella mirada que un atractivo sexual: estaba intentando saber si ella sería capaz de hacer el trabajo. Al final le respondió con una leve sacudida de cabeza.

—Ya puedo decirte que eres una profesional. De aquí en adelante, todo lo que haré será enseñarte cómo funciona el negocio.

A ________ se le contrajo el pecho ante el placer que le daba la idea de haberse ganado el respeto de Nick. Sin mencionar el placer de ser capaz de mirarlo a los ojos y empaparse de toda su belleza masculina.

Después de que llegaran los entrantes, Nick la entretuvo con las historias que había detrás de sus grandes éxitos, dónde había encontrado a esas personas y qué había hecho que él quisiera contratarlas.

—No puedo enseñar ese tipo de instinto —le dijo, mientras cortaba su solomillo de ternera. —Pero puedo decirte lo que estaba pensando entonces, lo que estaba sintiendo, y espero que puedas extraer algo de eso.

La oscuridad estaba cayendo sobre ellos, las brillantes luces de colores de Las Vegas empezaban a simular el brillo de la noche, y el tráfico en la avenida se volvía más denso a medida que la gente salía para disfrutar de la noche. Cuando otra de aquellas vallas publicitarias en movimiento se detuvo justo delante de ellos en la acera, ________ no pudo evitar levantar la cabeza para encontrar a una mujer morena de mirada inocente, en topless, apenas cubriendo sus enormes pechos con las manos. «¿TE ENCUENTRAS SOLO? LLÁMAME», decía el anuncio.

Como le había sucedido antes, aquello le puso los nervios de punta. No era una sorpresa que Las Vegas estuviera llena de «acompañantes», pero de alguna manera era sorprendente ver la prueba de ello tan de cerca, un recuerdo constante de que la gente iba allí a pecar entre las luces de neón.

—¿Va todo bien? —le preguntó Nick, y aquello hizo que ella le devolviera la mirada.

Fenomenal, la había pillado mirando boquiabierta un anuncio publicitario de prostitución.

—Solo un poco desconcertada —admitió ella. —Nunca antes había estado en un lugar como este.

—¿Nunca has estado en Las Vegas? —parecía sorprendido.

—No. Soy una virgen en la Ciudad del Pecado. O así era hasta hoy.

—¿Y qué te parece? —ladeó la cabeza; parecía sentir verdadera curiosidad.

________levantó la cabeza y observó los colores. Pudo distinguir el hotel New York, New York y el Excalibur, las espirales y torres que resplandecían bajo la noche. Sentía como si de alguna manera toda aquella luz pareciera llamarla con señas, y le dijo:

—Es lustroso en la parte de arriba, pero sucio en la de abajo. Es... sórdido, aunque atractivo, de alguna manera.

Él presionó los labios y asintió, era obvio que estaba asimilando su respuesta.

—Hay muchas cosas que me hacen pensar en los accidentes de tránsito —continuó ella. —Cuando se trata de un accidente, sabes que no te gustará lo que puedas ver, pero aun así miras. Aquí, sabes que lo que encuentres puede que no sea bonito, pero te sumerges en la ciudad de todas maneras.

Nick vació su segundo vaso de vino y le preguntó:

—¿Y cómo es que una chica de Los Ángeles no ha estado nunca en Las Vegas?

En realidad, Las Vegas era una rápida huida de fin de semana desde la costa para montones de gente, y una especie de una segunda casa para la industria del espectáculo.

—En realidad, no soy una chica de Los Ángeles —le explicó ella. —Hace tres años vine desde Ohio y me instalé en el oeste, por el trabajo de mi marido.

—No sabía que estabas casada —¿había ella imaginado un atisbo de decepción en el tono de su voz? Al decir aquello, bajó la mirada hacia su mano izquierda, que casualmente estaba curvada alrededor del pie de su copa de vino.

A pesar de disfrutar con su interés, sentía la mano desnuda, y todavía detestaba tener que hablar de aquello.

—Hace poco que me he divorciado.

«Sigue siendo la nueva ________», se dijo a sí misma. Pero la disolución de su matrimonio había hecho una devastación enorme en su vida. Si no hubiera estado oscureciendo, se hubiera puesto de nuevo las gafas de sol para poder esconder sus ojos.

—Lo siento —dijo Nick.

—No lo hagas —dio un trago al vino para armarse de valor. —Era un idiota. El tipo de idiota al que le gusta engañar a las mujeres, para ser más exactos.

—Joder —dijo él. —Vaya una mierda.

Ella levantó ambas cejas, intentó esbozar una sonrisa y se preguntó si alguna vez él habría engañado a alguien.

—Sí, lo es. Bueno, lo era. Pero hace mucho que se ha acabado y yo estoy preparada para seguir adelante.

Joder, ¿qué era lo que acababa de decir? ¿Habrían sonado sus palabras como una invitación? «Por favor, Dios, no permitas que piense que eso ha sonado como una invitación». ¿Y qué había pasado con eso de no necesito un hombre! Tomó otro sorbo de vino; todavía le temblaba todo el cuerpo con la potente excitación que él había despertado.

—Bueno, Las Vegas es un lugar genial para seguir adelante —le dijo él.

Oh, Dios, él pensaba que ella quería divertirse de aquella manera. Quizás no necesariamente con él, pero solo en general, y aquello era lo suficientemente malo. Incluso aunque a él definitivamente le gustara divertirse así, ella quería que la viera como una ________ tranquila, segura de sí misma y profesional, no como una chica con la que divertirse de rebote.

«De acuerdo, pensemos. Vuelve a recuperar tu cara de cosmopolita. Finge que el alcohol está empezando a hacer efecto».

Se dio cuenta con sorpresa que aquello había funcionado realmente. Sonó completamente calmada cuando le dijo:

—Estoy aquí para trabajar. El juego tendrá que esperar a otro momento.

—Otra buena respuesta —le dijo él. —Pero yo no me quejaría si deseas jugar solo un poco —sus ojos volvieron a brillar, y ella temió correrse allí mismo.

Permanecer como alguien tranquilo estaba volviéndose un reto con cada segundo que pasaba, y había poco que pudiera hacer para no atragantase en su respuesta, aunque se las arregló para dejar salir una.

—Si te digo la verdad, yo... no estoy segura de que Las Vegas ofrezca el tipo de juego en el que yo estoy interesada.

Él le dedicó una mirada escéptica.

—Aquí puedes conseguir cualquier cosa que tu corazón desee.

«Eso no es verdad —quiso decirle ella—.No puedes conseguir el amor. No puedes conseguir un marido que no vaya a ponerte los cuernos».

Oh, mierda, estaba bebida. Aquello no era nada bueno.

«Sea lo que sea lo que hagas, no te pongas sensiblera con él». Con cautela, se las ingenió para responderle.

—Solamente digamos que... que el sexo parece un poco demasiado... público aquí fuera. Para mi gusto, de todas maneras.

—Ah. Y a ti te gusta que sea en privado.

De acuerdo, debería haber tenido más cautela aún. ¿Por qué demonios había mencionado el sexo, de todas las cosas que podía haber dicho? Pero tenía que seguir adelante ahora, así que le respondió con franqueza.

—Eso me temo.

Y entonces, ocurrió... una visión impactó en su cabeza.

Ella teniendo relaciones sexuales, con él.

Su cuerpo desnudo encima de ella, moviéndose, agitándose, y su dura polla llenándola con cada una de las profundas embestidas.

Oh, vaya ¿cuándo diablos había empezado a utilizar palabras como «polla»? No estaba segura de si podría culpar a Kelly de aquello. Llegó a la conclusión de que el vino era el culpable, incluso mientras Nick le llenaba de nuevo la copa.

—Solo a la mitad —le dijo ella rápidamente, y él se detuvo pero vació lo que quedaba en la botella en su propio vaso. —Este es un lugar muy centrado en el hombre, ¿verdad? —se escuchó a sí misma haciendo aquella pregunta, sin ni siquiera haberla pensado antes. Maldito vino.

Él ladeó la cabeza, con una expresión de indulgencia en la cara. Ella esperaba que aquello significara que a él le gustaba su franqueza, en lugar de pensar que era una especie de majara.

—Supongo que es una valoración justa.

—Me refiero a que simplemente no creo que este tipo de cosas atraigan a las mujeres, lo de vender sexo a través de una valla publicitaria.

A él le brillaban los ojos; estaba claro que se estaba divirtiendo.

—Eh, si vas a vender sexo, ¿no es este el mejor lugar?

—Sí, lo entiendo, pero quizás sea toda la idea de vender sexo lo que me desconcierta. Supongo que los hombres no se sienten tan ofendidos por algo así.

Él se encogió de hombros y sonrió.

—He de admitir que hace falta mucho para que yo me sienta ofendido. Pero para que lo sepas, también hay vallas publicitarias con hombres en lugar de mujeres. Artistas de striptease masculinos, ese tipo de cosas. Quizás te guste más eso.

Ella negó con la cabeza casi de inmediato. Le gustara o no, era casi inevitable hablar con honestidad en aquel momento.

—Solo creo que es extraño cuando el sexo está tan... expuesto, como cualquier otro anuncio —dejó que el tono de su voz se volviera más como el de un vendedor de televisión. —Pruebe nuestro nuevo plan inalámbrico. Vea a Celine Dion en concierto en el Mirage. Compre una hora de sexo con un extraño.

Él le ofreció una sonrisa de complicidad.

—Míralo de esta manera. Las Vegas es... como el Disney World para adultos.

—Pero en lugar de Mickey y Minnie, aquí tenemos... ¿artistas de striptease y prostitución?

Él rió ligeramente.

—Algo parecido. Aquí puedes encontrar cualquier cosa —bajó el tono de su voz, y la miró directamente a los ojos. —Cualquier cosa.

Y hubo algo en la manera en la que él pronunció la última palabra que la hizo sentirse húmeda otra vez. Húmeda y hambrienta.

Sufría la loca necesidad de abalanzarse sobre la mesa, agarrarle y decirle que lo deseaba, en privado o incluso en público, decirle que a pesar de todas sus afirmaciones, esa parte ni siquiera le importaba en aquel momento.

«¡Joder, es tu reacción física y visceral hacia un hombre la que está hablando!».

«Nueva regla: no bebas en su presencia, eso hace surgir la chica mala que hay en ti».

Aquello era muy interesante, porque ella nunca había sabido que había una chica mala en ella.

—¿Más vino? —le preguntó él. —Puedo pedir otra botella.

Ella levantó la mano.

—Gracias, pero no.

—¿Estás segura?

—Muy segura —«segura de que voy a entrar en combustión antes de que acabe la noche».

Porque la chica mala que acababa de descubrir que había en ella apenas podía contenerse bajo control. Todo el cuerpo le palpitaba con deseo, y una extraña sensación de impulsividad. Quizás fuera el vino. Y quizás fuera Nick. Y quizás fuera aquel lugar, aquel lujurioso, lujoso y pecaminoso lugar.

O peor, quizás fuera todo ello, una mezcla que provocaba una respuesta sexual que ella no había experimentado antes de aquello.

Y si ese era el caso, iba a ser una semana muy larga.



[1] BMC es la discográfica de música independiente más grande del mundo. (N del T.)

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