miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 27

El siguiente taxi los llevó con rapidez a través del bullicioso Las Vegas Boulevard, donde todo lo que ________ podía ver alrededor de ellos eran limusinas y tranvías y más de esas vallas publicitarias en movimiento que ofrecían en venta a una mujer vestida solo con lencería. Mirando a través de las ventanas, recayó en los letreros de neón que señalaban el hotel casino MGM Grand, el París, el Monte Cario, y otros que pasaban ante sus ojos a toda velocidad y la hacían sentir —junto con el vino que había tomado— completamente consumida por las mareantes luces y el ritmo acelerado del Strip. Lo siguiente que supo fue que el taxi se había detenido en la avenida, en un camino rodeado de arbustos que llevaban a otro resort gigante y otro casino iluminado con luces brillantes, pero otra vez, había olvidado fijarse en el nombre.

Mientras Nick la llevaba a través de las puertas principales y entraban en otro enorme vestíbulo, sintió más ojos puestos en ella, sintió la mano de su hombre sobre la suya, sintió que su corazón latía con fuerza por la emoción de preguntarse qué iba a pasar a continuación y cómo podría agradecérselo por la noche.

Después de entrar en el ascensor, Nick esperó hasta que la mayoría de las personas que estaban dentro hubieran salido en sus respectivas platas, y después presionó el botón de arriba, marcado simplemente con una R.

—¿Qué significa esa letra? —le preguntó ella. —¿Lleva a la azotea?

La boca de Nick se curvó en una sonrisa traviesa.

—No. Lleva a una discoteca. Se llama Rendezvous.

Por lo que iban a otra discoteca, una que estaba situada en lo alto de un hotel de Las Vegas Strip.

—¿Esa es mi sorpresa? —le preguntó ella despreocupada. —¿Otra discoteca? —no había querido sonar como decepcionada, pero ya había estado en un montón de discotecas con Nick, por lo que había esperado algo más... único.

Cuando las dos últimas personas que había con ellos en el ascensor se bajaron, las puertas se cerraron y Nick le lanzó una mirada oscura y seductora.

—No te preocupes, nena. Nunca antes has estado en una discoteca como esta.

—¿A qué te refieres?

En aquel momento, se abrieron las puertas del ascensor y el aura de la glamurosa vida nocturna le invadió los sentidos. Ante ellos se desplegaba una habitación con una tenue iluminación, con destellos rojos y púrpuras que giraban y resplandecían sobre los cuerpos escasamente ataviados que había en la pista de baile. La fragancia del alcohol y el perfume caro inundaba el ambiente. Cada cara que pudo ver ella era... hermosa, no había otra manera de describirlo. Estaba claro que era allí adónde iba la gente guapa que quería salir de fiesta.

Pero antes de llegar al interior de la discoteca, tuvieron que ser admitidos por un portero, y ella observó la fila de personas que estaban esperando para entrar, mientras Nick la llevaba por delante, directo al hombre que sostenía una cuerda roja de terciopelo en las manos.

—Señor Jonas —le dijo él tranquilamente, después desató la cuerda, y les hizo un gesto para que entraran. Nick le pasó discretamente al portero un fajo de billetes doblados mientras atravesaban la entrada.

Dentro, pudo ver a la gente guapa más de cerca. Las mujeres tenían un aspecto seguro y atractivo, la mayoría llevaban vestidos de cóctel que rivalizaban con el suyo propio por sexualmente atrevidos, y los hombres eran como Nick, claramente modernos, elegantes, cómodos en su ambiente.

La iluminada pista de baile estaba compuesta por plataformas e incluso por unas pocas jaulas enrejadas. Sobre las plataformas había más gente guapa bailando, la mayoría de las chicas no parecían tener problema alguno por frotar sus cuerpos mientras se movían. Las jaulas, sin embargo, estaban ocupadas por lo que ella pensó que serían gogós, todas vestidas con tops negros de lentejuelas y faldas minúsculas también de color negro, bajo las cuales llevaban ligüeros que sujetaban unas medias de rejilla negras y unas sandalias de plataforma «tacones de stripper». Todo en lo que pudo pensar ella fue... Vaya. Nick tenía razón, ella nunca había estado en un lugar como aquel antes.

Justo entonces, una mujer rubia y delgada pasó delante de ella y se dio la vuelta para mirarla y le dijo a Nick:

—¿Estoy loca o esa que acaba de pasar es Paris Hilton?

—No estás loca.

—Vaya.

El aura sexual del ambiente era completamente palpable. La gente que había en la pista de baile se movía en ondulaciones líquidas, claramente estaba más interesada en el sexo que en la danza. Las camareras en topless servían las copas en la barra mientras otras camareras se pasaban por la discoteca llevando bandejas de copas y botellas, con el mismo top y medias que llevaban las mujeres que bailaban en las jaulas. A cualquier parte que mirara, ________ veía a personas besándose, y aquellos que no estaban besando a alguien parecían querer estarlo.

—Nicky —otra rubia de escándalo se dirigió a él, tendiendo la mano y curvando sus uñas rojas alrededor de su brazo. Llevaba un vestido blanco ceñido con un corpiño en forma de V que llegaba hasta su ombligo, resaltando el abultamiento de sus pechos. —¿Qué haces en la ciudad, querido?

—Hola, Cherise —le dijo él con una sonrisa sosegada. —Solo estoy dando una vuelta en busca de algún nuevo talento, como de costumbre.

—Yo puedo ser nueva, y definitivamente poseo ciertos talentos —estaba siendo directamente depredadora y ________ intentó calmarse y no dejar que la pudieran los celos, pero al mismo tiempo se encontró agarrándose al otro brazo de Nick más posesivamente de lo que había pretendido.

—Esta es mi pareja, ________, la nueva representante de A&R de Blue Night —le dijo él, soltando el brazo de las garras de Cherise para señalar a ________.

—Chica con suerte —dijo Cherise con una timidez afectada, a modo de saludo.

—Sí, lo soy —le contestó ________, dándose cuenta de que aquello parecía ser el consenso universal: cualquier chica que estuviera con Nick Jonas, aunque fuera por una noche, tenía que ser envidiada.

—Un placer volver a verte, cariño —le dijo a Cherise cuando se iban, y ________ no pudo evitar sentirse feliz de dejar a Miss Vestido Blanco detrás, mientras ellos avanzaban hacia la sala oscura.

Aun así, se vio obligada a observar que muchas más chicas sexys ponían los ojos en su hombre, pero cuando también se dio cuenta de que los hombres le dedicaban a ella la misma mirada, se olvidó de sus preocupaciones. ¿Eran todos aquellos ojos puestos en ella, la sexualidad que flotaba en el ambiente, lo que la hacía sentir cómo le dolían los pechos y se le dilataba la vulva? ¿O era solo porque había estado deseando a Nick toda la noche?

A pesar del sexo que emanaba aquel lugar, ella estaba al límite de preguntarle por qué razón exactamente el Rendezvous era su sorpresa, cuando llegaron a una zona completamente nueva de la discoteca. La pista de baile quedó visible detrás de ellos, pero el ambiente acababa de cambiar, sumergiéndose incluso más en un ritmo más lento, más sofocantemente sensual.

La gran sala que los rodeaba estaba llena de... camas. Bueno, no camas reales, sino otomanos y divanes grandes, lujosos y adornados de joyas que hacían un papel perfecto. Los clientes estaban tumbados sobre ellos vestidos con un sofisticado atuendo, bebiendo, hablando, algunos de ellos besándose. Como en el Fetiche, observó a dos chicas dándose el lote, pero a diferencia del Fetiche, ahí nadie parecía particularmente interesado, aparte de un hombre que estaba tumbado con ellas en el diván esmeralda, acariciando la pierna de una de las chicas.

La música también era diferente, aunque la pista de baile todavía estaba a la vista, con un ritmo rápido y fuerte que ya no podía oírse, solo podían escuchar canciones más lentas y eróticas que resonaban desde los ocultos altavoces. La iluminación era suave, invitadora, sensual.

Y alrededor del perímetro de la sala... «oh, Dios mío». Al principio no se había dado cuenta de ello, solo había visto unas cortinas oscuras de color azul zafiro que rodeaban la zona, pero ahora había caído en que algunas de las cortinas estaban retiradas, y se revelaba un gran compartimento en forma de U que tenía una cama hecha a la medida y que se encajaba contra la pared curvada. Eran como cabinas semicirculares en un restaurante, pero en lugar de cabinas, ella pudo ver más lugares pomposos en los que acostarse.

Las zonas que estaban visibles le daban la oportunidad de espiar a la gente que había tumbada allí. En algunas, pudo ver a parejas, mientras que otras camas estaban ocupadas por tres, cuatro o incluso cinco personas. Como en las camas que había en la zona abierta de la sala, la gente que había en la especie de cabinas estaba bebiendo, riendo a carcajadas, y algunos estaban dándose el lote.

La mera presencia de tantas camas elaboradas, con tanta gente reclinadas sobre ellas, la hacían sentirse más excitada aún, hacían que se le humedeciera un poco más la vulva. ¿De verdad tenía la gente relaciones sexuales en aquel lugar? ¿Era esa la razón por la que algunas cortinas estaban echadas?

Mientras intentaba ajustarse al seductor ambiente, una atractiva mujer madurita con otro vestido tan provocador como el suyo —el de la mujer de un bonito color coral— se acercó a ellos, y puso la mano encima del brazo del amante de ________.

—Nick.

—Cynthia, hola —le cubrió la mano ligeramente mientras se inclinaba para darle un beso en la mejilla.

Aquella mujer parecía más amistosa que ligona, así que ________ no se sintió celosa como antes, pero estaba empezando a pensar que Nick conocía a cada persona del planeta.

—He visto tu nombre en la lista de reservas —dijo Cynthia— así que he reservado mi cama favorita para ti.

Oh, trabajaba allí.

Y... había reservado una cama especial para él. El estómago de ________ se revolvió con una extraña expectativa, todavía estaba asombrada y conmocionada por aquel lugar.

Cynthia los condujo a través de varias cortinas cerradas y un par de zonas abiertas, después tiró hacia debajo de una cuerda azul de terciopelo para revelar... la cama más seductora que ________ había visto en su vida. Una tela gruesa de terciopelo rojo cubría la cama en forma de U, mientras afelpadas almohadas de color negro y púrpura, de toda forma y tamaño, alineaban el borde redondo. La pared en forma de U estaba tapizada de más terciopelo rojo, hacia arriba, cubierto con un lujoso papel de pared. El compartimento privado se completaba con repisas para colocar bebidas encima, y espejos con marco dorado que colgaban desde varios ángulos, claramente diseñados para encajar con las paredes curvadas.

—Esto es genial, Cynthia —dijo Nick tan informalmente como si fuera la camarera que le trae la comida.

—¿Puedo traeros algo de beber?

Él miró a ________.

—¿Más vino?

—Claro —se sentía tan fuera de su elemento que temía que su voz hubiera salido con un sonido parecido al de un ratón. Incluso si parecía formar parte de la noche, no estaba acostumbrada a estar rodeada de tanta elegancia.

Nick le pidió a Cynthia que trajera una botella de su mejor Pinot Grigio y, cuando se fue, cogió a ________ de la mano y la llevó hacia el cubrecama de terciopelo rojo.

Le dio una sensación indiscutiblemente extraña cuando se echó hacia atrás y se acomodó contra las cómodas almohadas llevando aquel vestido de satén, con las piernas desnudas extendidas ante ella, con las rodillas flexionadas, especialmente en una sala llena de gente, y aun así al mismo tiempo, la hizo sentirse repentinamente como una parte más de la abierta sensualidad del ambiente. Nick estaba tumbado a su lado, apoyado en uno de sus codos, mirándola a la cara.

—Entonces, ¿esta es mi sorpresa? —le preguntó ella.

Él asintió brevemente.

—Es... bastante salvaje. Todavía estoy intentando adaptarme.

—¿Adaptarte?

—Estoy acostumbrada a las discotecas que tienen mesas, no camas.

Justo entonces, un suave gemido sonó en algún lugar cerca de ellos; ella supuso que venía de una de las otras camas. Señaló vagamente hacia el sonido.

—¿De verdad hay gente que está manteniendo relaciones sexuales aquí? ¿Justo aquí? ¿En la discoteca?

La lascivia inundó su sonrisa.

—Por eso están aquí las camas.

Ella le puso los ojos en blanco, y le ofreció una sonrisa apologética.

—Ya entiendo esa parte. Pero... ¿por qué salir fuera para tener sexo cuando puedes hacerlo en tu casa o en tu hotel? Especialmente desde que supongo que tienes que pagar por una de esas camas.

Nick tendió la mano para tocarle la rodilla, y utilizó su dedo pulgar para acariciarla.

—Algunas de estas personas vienen aquí esperando a conocer a alguien con el que deseen echar un polvo. Y la gente como nosotros, que ya saben a quién desean tirarse... venimos por la emoción.

De repente, ella lo comprendió.

—Está... prohibido.

A él le brillaron los ojos.

—Exacto.

—Como hacerlo en la Torre Eiffel —continuó ella. —O en la góndola.

Su mano ascendió cálida por su muslo.

—¿Te acuerdas de lo que me dijiste en la góndola la pasada noche? Dijiste que si pudieras, me follarías en aquel momento, y no te importaría que nadie nos estuviera observando.

Un pequeño atisbo de vergüenza combinado con la sensación de excitación se apoderó de ella. En realidad, sí le había dicho aquello. Era difícil de creer, pero era verdad. Incluso más difícil de creer era que lo hubiera dicho en serio. Nick la había transformado en una desvergonzada adicta al sexo, por lo visto.

Y hacía justo un momento, ella se había sentido preparada para cualquier cosa que él hubiera querido que ella hiciera, cualquier cosa que ella hubiera hecho. Y quizás se había quedado desconcertada por la grosería de aquel lugar, donde el sexo estaba tan «a la vista», pero mientras la cálida caricia de Nick se deslizaba suavemente más hacia arriba, y las yemas de sus dedos jugueteaban ahora bajo el dobladillo de su falda, quizás su conmoción empezaba a desvanecerse. Se desvaneció casi por completo cuando él la besó, su lengua coqueteando dulcemente con la de ella, en un encuentro sensual y suave de sus bocas.

Justo en aquel instante, una de las camareras en top apareció al borde de su cama, llevando dos copas y un cubo con hielo con una botella de vino abierta dentro.

—Su Pinot Grigio —dijo ella cuando ambos la miraron.

Y a ________ se le ocurrió que quizás la camarera se sintiera algo incómoda, pero no lo estaba.

Porque ese tipo de cosas solían suceder allí, personas que se tumbaban, que se daban el lote, delante de todo el mundo.

—Gracias —dijo Nick, después se levantó para sacarse la cartera y le pasó unos billetes a la chica.

Cuando la camarera se fue y Nick empezó a servir el vino, ________ dijo:

—Tengo algunas preguntas que hacerte.

Él se detuvo para destellarla con una mirada divertida.

—No puedo esperar a escucharlas.

Ella sonrió, sabía que a él le parecía entretenida su ingenuidad.

—De acuerdo, ¿cómo has pagado por la cama? Quiero decir, ¿Cuándo? No te he visto darle dinero alguno a Cynthia.

—Sueles dar el número de la tarjeta de crédito cuando llamas para hacer las reservas.

—Oh —aquello tenía sentido, supuso ella. Aunque la siguiente pregunta no era tan divertida como la primera. —Y si la gente mantiene relaciones sexuales en estas camas, ¿están, eh... limpias?

—Sí, nena, están limpias. La cubierta de terciopelo se puede quitar. Cada vez que se libera una cama, todo el compartimento es desinfectado.

—Bien —dijo ella, después ladeó la cabeza. —¿Pero cómo sabes eso?

—Porque así lo dicen los folletos.

________ sintió cómo se le abrían los ojos de par en par.

—¿Tienen folletos? ¿Que hablan acerca de la limpieza después de que la gente folie sobre las camas?

Nick dejó escapar una carcajada gutural.

—Se explica con mucha más delicadeza que esa, pero sí, así es. Están en la puerta de la discoteca y probablemente en la barra. Y...

¿Y qué?

—Si estás preguntándote si la gente podrá escucharte, los compartimentos están diseñados para que el ruido se quede dentro. Sé que has escuchado un gemido hace unos minutos, así que sí, algo se escapa, pero casi todo se queda dentro.

—¿He de suponer que eso también está descrito con delicadeza en el folleto?

Él inclinó la cabeza, en un gesto conciso y juguetón.

Y ella no pudo evitar juguetear con él cuando le pasó la copa de vino.

—Parece que eres todo un experto de este lugar.

—No es la primera vez que estoy aquí —le dijo con un guiño. Después levantó la copa para hacer un brindis. —Por las experiencias nuevas.

Ella se mordió el labio, y se sintió a la vez tímida y aventurera, y la sensación de aventura se hacía más poderosa por momentos. Tintineó suavemente su copa contra la de Nick.

—Por las experiencias nuevas.

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