miércoles, 9 de febrero de 2011

CAPITULO 9

El Fetiche era un edificio oscuro aunque no muy grande que había a las afueras de la ciudad. Habían tomado un taxi para ir hacia allí y en aquel momento, entraban en un aparcamiento iluminado por la luz tenue de las farolas. Un rótulo de neón de un color rojo gótico anunciaba el nombre del bar sobre la puerta, bajo la cual colgaba una señal con letras de plástico negro que decía simplemente: «BLUSH».

A pesar de la nueva y atrevida ________ que había estado intentando en convertirse, los nervios le revolvían el estómago. Había ido a un montón de garitos en su día, pero nunca a uno como aquel. Podía ver que Nick había acertado al hablarle de aquel lugar —mucha gente que entraba y salía, gente con una increíble variedad de estilo— al menos la mitad de los clientes lucían un aspecto gótico y aquello hizo que se sintiera contenta de haber elegido la falda de cuero. Solo esperaba que el terror de sus ojos no la delatara.

Cuando Nick pagó el precio de la entrada a un hombre grande y calvo que había en la puerta y que llevaba una araña tatuada en el cuello, este último lo miró con los ojos entrecerrados y le dijo:

—Eh, ¿no eres tú... ese tipo?

Nick simplemente le sonrió un poco y le contestó: —No, no soy él —y colocó la mano en la espalda de ________ para conducirla hacia dentro.

El interior del Fetiche era incluso más oscuro, apenas podía ver a la gente que se agolpaba en el lugar mientras Nick y ella pasaban tras ella, bajo una música ensordecedora que impedía cualquier posibilidad de mantener una conversación. Y fue entonces cuando se dio cuenta: ahora aquella era su vida, aquel era su nuevo puesto de trabajo. Ir a discotecas. Escuchar música alta. Y se sorprendió ante la sensación de sentirse repentinamente más que a la deriva, sin estar segura de hacia dónde dirigirse o qué hacer.

Fue entonces cuando la palma de la mano de Nick se cerró cálida sobre uno de sus hombros.

—Escucha —le dijo al oído.

Y una vez más, le recordaba por qué razón estaban allí. La música. Blush. Miró por encima del hombro a Nick. —¿Son ellos los que están tocando ahora? Él asintió.

El sonido era rápido, intenso, funky y —cuando se olvidó del hecho de que estaba sonando con fuerza— indiscutiblemente atractivo.

—¿Cuál es tu primera impresión? —otra vez, él se inclinaba hacia ella para que pudiera escucharlo, y el calor de su aliento le golpeaba la nuca.

—Son buenos —contestó ella. —Tienen un sonido que de alguna manera es a la vez moderno y... un poco new wave retro.

Su inclinación de cabeza, junto con el brillo de sus ojos, le hizo pensar que le había gustado su respuesta.

—Vayamos a pedir una copa —dijo él.

Mientras se hacían camino a través de la multitud, ella pudo echar un vistazo a la banda que había en el pequeño escenario que quedaba a su derecha.

—No los mires todavía —le aconsejó él, gritando para que pudiera escucharlo por encima de la música. La otra noche le había explicado que en el mundo de las discográficas independientes, el sonido lo era todo. —No estamos buscando a una Britney Spears o a una Jessica Simpson, gente que se convierten en estrella de pop principalmente debido a su aspecto —le dijo. —Si tienen ese tipo de atractivo, perfecto. Pero nos preocupa más lo que puedan hacer —había continuado diciéndole que a él le gustaba a veces escuchar un rato a alguien antes de echarle un vistazo, no le gustaba dejar que las apariencias lo influyeran demasiado pronto. Ella creía que aquellos sonaban bien, y decidió respetar la música, así que lo siguió hacia la barra, sin ni siquiera molestarse en mirar hacia el escenario.

Cuanto más los escuchaba —mientras pedían dos tés helados Long Island— más les gustaba. El sonido de Blush llegaba hacia ella como algo moderno, seguro, divertido y muy sexy.

De hecho, había ciertas palabras en la letra que empezaban a quedarse en su memoria. «Cremoso». «Suave». «Sucio». «Noche». Palabras que quizás significaran poco por sí solas, pero que de alguna manera aquella voz femenina y autoritaria las convertía en algo sexual, y ________ empezó a ser consciente de una humedad entre sus muslos que no había sentido antes.

Por supuesto, quizás se debiera también a que la sala estaba tan abarrotada que Nick y ella debían avanzar en el bar muy cerca el uno del otro, y sus brazos se rozaban, y también sus caderas. Él olía muy bien, una mezcla de jabón y almizcle y una pizca justa de sudor.

Y aunque todavía podía escuchar la música, de alguna manera, había dejado de escucharla muy atentamente, dejando que la siguiente canción con un sonido algo más lento y sensual le infundiera una especie de sensación de cosquilleo cálido y tranquilo. El alcohol que contenía la bebida contribuyó rápidamente a una sensación que ella solo pudo describir como una... lujuria relajada. Ella no estaba muy segura de si aquello tenía sentido alguno siquiera, pero se volvía extrañamente tranquila con sus deseos, y dejó que afloraran hacia la superficie, sin intentar ya ocultarlos.

Todavía estaba apretujada contra su mentor cuando una especie de enorme motorista pasó a su lado y ella se inclinó un poco más hacia Nick, absorbiendo el puro placer cuando uno de sus pechos presionó contra su brazo. Al mismo tiempo, deslizó la mano hasta colocarla encima de su hombro, para ayudarse a mantener el equilibrio sobre sus tacones. Pero también para poder tocarlo. Tan caliente, tan sólido.

Y cuando el motorista pasó y liberó algo más de espacio, ella no se alejó, y no retiró la mano hacia atrás. Nick le hacía sentirse bien. Aquello era demasiado agradable.

Él giró la cabeza para mirarla, sus ojos solo estaban a unos centímetros de distancia y tan cautivadores como nunca. Su mirada decía que él era consciente de ello. De lo que ella sentía. De lo que ella quería.

Fue entonces cuando ella se retiró.

De repente todo le pareció un poco demasiado inmediato, íntimo.

E incluso con todo lo guapo que estaba él, con lo cálida que era la expresión de su cara, ella no podía hacerlo. Por muchísimas razones. Tenía que trabajar con él de cerca en aquel momento, tenía que aprender un puesto de trabajo. Y estaba robándole su trabajo, más o menos a base de mentiras. Y dejando a un lado la blusa transparente y la nueva seguridad en sí misma, en lo más profundo de su ser estaba todavía la vieja ________, y era triste, pero quizás simplemente no se creyera realmente que estaba a la altura de Nick Jonas.

Ella parpadeó y desvió su mirada, después tomó un largo sorbo de su bebida.

—Esto está fuerte —dijo ella sin pensar, mientras el líquido caliente se hacía camino a través de su pecho.

—Es difícil pedir un Long Island que no lo sea —le record él con una sonrisa juguetona.

Por supuesto que era fuerte, ella lo sabía. ¿Por qué demonios había pedido algo con cuatro o cinco tipos diferentes de alcohol en la mezcla? Porque él lo había hecho y a ella le había parecido fácil decir «Lo mismo», pero estaba empezando a arrepentirse de su elección si aquello la hacía emborracharse con esa rapidez. Y por supuesto, había tomado vino en la cena, también.

—Vayamos ahora a ver al grupo —sugirió él, y mientras ella lo seguía, dejando que la guiara a través de la multitud enloquecida, se dio cuenta de que tenía ganas de tocarlo otra vez, deseaba curvar las manos sobre sus hombros, presionar el cuerpo contra su sólida espalda.

Entonces, pensó: «Dios bendito, ¿desde cuándo te excita la espalda de un hombre?». Demasiado té helado, de eso no le cabía duda, los nervios la habían hecho tragar demasiado en poquísimo tiempo. Dejó la bebida encima de una mesa cubierta por vasos vacíos.

Justo entonces, Blush salió a la vista y Nick tiró de su mano hasta meterla en la masa que se concentraba delante del escenario. Al instante, estudió a la banda con una sola mirada: eran magníficas, incluso convencionalmente vistosas, eran sexys y lo sabían. Estaban sumergidos en un ambiente seguro, en su música.

Las cuatro mujeres jóvenes variaban en aspecto, pero todas ellas rondaban los veintitantos y llevaban unas camisetas escasas que revelaban un amplio escote. La cantante líder tenía el pelo rubio, largo y liso, con un flequillo dramáticamente chillón que encajaba a la perfección también con su maquillaje dramáticamente chillón. Cantaba a voz en grito una vieja canción de Joan Jett, «Do You Wanna Touch Me (Oh, Yeah)» mientras se movía de manera provocativa con el erguido micrófono. Llevaba un top sin manga y de cuero negro y una minifalda vaquera desgarrada que empezaba en la parte más baja de sus caderas y se detenía en la parte más alta de sus muslos.

—¿Qué te parece? —le preguntó Nick a ________ al oído, ahora estaba de pie justo detrás de ella.

Ella mantenía los ojos puestos en la cantante, le daba miedo mirar a Nick, en caso de que lo besara accidentalmente o algo parecido. Todo el cuerpo le hervía de deseo.

—Un poco duras de tono, pero seguras y condenadamente sexys. Tienen el control del público y saben cómo surtir efecto en ellos —a pesar de la intoxicación que corría por sus venas, su cerebro continuaba trabajando. —Podríamos sacarlos al mercado como una Courtney Love más elegante, más marchosa y más moderna.

Pero entonces, giró la cabeza para mirarlo, porque no tenía ni idea de si estaba hablando en la dirección correcta o si, por el contrario, parecía una auténtica novata, y quería saber cuál era su honesta reacción.

Sus ojos brillaban cálidos sobre ella.

—Muy bien.

Pero entonces, él llevó la mirada hacia su boca.

Y ella sintió cómo su vulva sufría espasmos.

Así que se mordió el labio y movió la cabeza de nuevo hacia delante, para observar a la banda.

—Aunque —dijo ella, todavía dándole voz a sus pensamientos. —¿No es Blush un nombre demasiado suave para ellas?

Miró por encima del hombro para ver cómo Nick sacudía rápidamente la cabeza, expresando la negación.

—Es irónico —le dijo. —O quizás sea porque quieren hacer que te ruborices. Pero de una manera u otra, dice algo acerca de ellas. La mayoría de los nombres de las bandas de estos días son solo palabras que alguien pensó que quedaban bien juntas, pero que no dicen absolutamente nada ni acerca de la banda ni acerca de su música. Su nombre dice algo acerca de su imagen y eso hace que sea una herramienta de marketing incorporada.

—Ah —dijo ella, comprendía lo que decía. —Genial.

Todo lo que los rodeaba era la mezcla de gente corriente y gótica que se movía al ritmo de la música, y sin pensarlo ni decidirlo, ________ se dio cuenta de que sus caderas empezaban a balancearse de un lado a otro, también. Mantuvo la mirada fija en la cantante rubia, y observó cómo empujaba hacia delante el pecho o cómo balanceaba el pelo dramáticamente sobre uno de sus hombros.

—¿Qué te dice la multitud acerca de la banda? —le preguntó Nick cerca del oído. Pero su voz se había vuelto un poco más baja ahora, algo más ronca. La sensación de su respiración sobre la piel le daba escalofríos más abajo.

Ella desvió su atención de la cantante líder hasta la gente que la rodeaba, e intentó pensar. Pero era difícil, porque la sala estaba todavía repleta de gente y aquello la mantenía muy cerca de Nick, y ahora que había empezado a moverse con el ritmo de la música, también estaba moviéndose ligeramente contra él.

A un lado de ella había una pareja joven que hubieran podido vivir perfectamente en la puerta de al lado de su casa —una pareja normal, de clase media— y que bailaban salvajemente. Al otro lado encontró una chica que llevaba el pelo rosa, y estaba envuelta de negro de la cabeza a los pies. Y ella supo enseguida la respuesta.

Solo que esta vez, en lugar de girar la cabeza hacia Nick, simplemente la echó hacia atrás y la apoyó sobre su hombro para hablarle al oído.

—Fanáticos que rinden culto a un tipo de música que convertirán en comercial, una música que llama la atención de diferentes grupos de personas.

Una vez más él le dijo:

—Muy bien —pero también otra vez, su voz se hizo más baja y sus ojos se oscurecieron cuando bajó la mirada hacia ella, y hubiera sido condenadamente fácil besarlo en aquel momento porque sus caras, sus bocas, estaban peligrosamente cerca.

Así que ________ volvió a levantar la cabeza rápidamente, y observó al grupo. No quería hablar más. Hablar, aunque fuera de negocios, le parecía peligroso en aquel momento. Solo quería quedarse quieta, escuchar la música, absorber el ambiente. Y quizás sacar el alcohol fuera de su sistema a base de bailes antes de que hiciera algo estúpido.

Aunque todavía observaba la multitud, su mirada se quedó rezagada en dos chicas que estaban besándose apasionadamente, dándose el lote muy cerca del escenario. Ambas eran jóvenes y guapas, no particularmente góticas y, si ella tenía que suponer, no eran realmente lesbianas. De hecho, sospechaba que los dos chicos guapos que había a su lado y que estaban mirándolas con lujuria eran sus respectivos novios.

Tenían los ojos cerrados, y sus lenguas se encontraban en un abandono lánguido mientras sus manos recorrían acariciadoras el cuerpo de la otra. ________ no quería seguir mirando, pero había algo en aquella escena que la hipnotizaba. Y a pesar de su conmoción, no podía evitar sentirse un poco excitada por la descarada sexualidad del acto. Justo como aquellas estúpidas vallas publicitarias en movimiento, no quería sentirse excitada por ello, pero para asombro suyo, realmente lo estaba.

Demasiada suavidad. Demasiado sexo. Justo ahí fuera.

Y de alguna manera, aquel era el momento.

¿Se deleitarían aquellas dos jóvenes mujeres con ellas si hubieran estado solas? ¿O dependía del hecho de hacerlo delante de sus novios y en público? ________ no sabía con seguridad las respuestas, pero sentía —hasta la médula— que comportarse tan escandalosamente sin ir a un sitio privado era un importante ingrediente en su deseo.

Un rápido vistazo por encima del hombro revelaba que Nick había seguido sus ojos y también había visto a las dos chicas.

La vieja ________ se sentía totalmente avergonzada. La habían pillado observando algo como aquello. Y fue Nick entre toda aquella gente. Al instante, se preguntó si él podría notar cuánto lo excitaba todo aquello, y sintió la vulva realmente enorme bajo la falda, como si, en aquel momento, fuera la parte más grande de ella.

Pero la nueva ________ se limitó a preguntarle:

—¿Te excita eso?

Dios, ¿qué estaba haciendo? Después de todo, había decidido que era más seguro no volver a hablar más. Aun así no podía evitar sentir algo de curiosidad. Quería saber lo que él sentía, anhelaba comprender la manera en la que él veía las cosas. Las cosas sexuales.

—Sí —dijo simplemente. Directo, como lo había hecho durante su conversación la noche anterior.

Ella se mordió el labio, sus pechos parecían abultarse dentro de las copas de su sujetador. Él también estaba excitado, en aquel momento, en aquel lugar, cerca de ella.

¿Significaba eso que estaba empalmado? Ella sufrió la necesidad de comprobarlo por sí misma, alargar la mano y presionarla delante de sus pantalones vaqueros.

—Dime por qué —le murmuró en lugar de eso.

Él observó a las chicas durante un momento más, lo que hizo que ________ volviera también a dirigir su mirada hacia ellas, y finalmente giró la cabeza para mirarla directamente a los ojos.

—Hay dos pares de todo. Dos pares de labios suaves y femeninos. Dos pares de pechos redondos. Todas esas curvas... moviéndose al unísono.

Oh. Quizás aquello tuviera sentido. Y quizás explicaba la razón por la que ella también se sentía excitada. Su mirada se quedó rezagada en los ojos de Nick, pero no pudo encontrar respuesta a eso, así que él continuó hablando.

—Me gustan las mujeres que son lo suficientemente libres como para seguir sus necesidades, perder sus inhibiciones.

Ahora ella encontraba la voz para responderle:

—No estoy segura de que tengan inhibiciones —y ambos rieron a carcajadas, pero se desvanecieron pronto porque el ambiente en el bar estaba volviéndose dominante.

A la izquierda de ________, la pareja que había visto bailando antes estaba ahora también besándose. Sus cuerpos se movían rítmicamente con la música, sus bocas se encontraban tan sensualmente como lo hacían sus pelvis. Y un chico gótico le mordisqueaba ahora el cuello a la chica del pelo rosa que había a la derecha de ________. La chica sonreía, y dejaba que su lengua se deslizara lentamente a través de su labio superior. Era como si el sexo estuviera llenando la sala, flotando en el ambiente, casi como si de alguna manera, estuviera entrando en el edificio de la misma manera que en los casinos, donde se rumoreaba que se añadía oxígeno extra en las áreas de juego. A ________ le picaba la piel, unas sensaciones suaves pero poderosas le recorrían el cuerpo, y la hacían desear poder perderse en todo aquello.

Volvió a dirigir su atención hacia el escenario cuando Blush comenzaba una nueva canción con un ritmo erótico y sexy. No la conocía, así que supuso que era original. Y como la última canción, al parecer como la mayoría de sus canciones, hablaba de sexo.

Junto con el bombeo de un coro, la banda repetía las palabras «las mejores manos» una y otra vez, dejando que ________ concluyera lo que debería ser el título. La rubia cantaba acerca de las manos haciéndose camino a través de su piel, sobre dedos que se sumergían en lugares privados y finalmente sobre unas manos que provocaban y provocaban el éxtasis. Toda la multitud pronto se concentró en la joven mujer, que había empezado a moverse contra el micrófono, como había hecho antes.

________ se dio cuenta de que no solo estaba observando a la cantante, que deslizaba el micrófono bajo sus piernas, empujando suavemente al ritmo de la canción, sino que también estaba observando la escena junto con Nick. Estaban siendo testigos de ello, juntos, estaban experimentándolo juntos. De hecho, estaban experimentando aquello con todas las personas que había en la sala. «Más sexo descarado y expuesto».

Y mientras pasaba el tiempo, se sentía menos asqueada de lo que se había sentido la noche anterior, y más fascinada.

Todo el bar parecía palpitar con el ritmo ahora, y ________ seguía moviendo las caderas hacia delante y hacia atrás, rodeándose de los embriagadores acordes.

Debería haberse sentido alarmada cuando sintió las manos de Nick sobre sus caderas, pero no lo hizo.

Era demasiado increíble sentirse acariciada por él, incluso justo de aquella pequeña manera, el placer la invadió con rapidez.

Y entonces, entonces, «oh, sí», estaba presionándola desde detrás, lo suficiente como para que ella se diera cuenta de que estaba excitándose contra su trasero. Aquello le parecía un sueño, una fantasía, pero era escandalosamente real.

En el oído, él le habló con un tono de voz áspero:

—Baila conmigo, ________. Muévete conmigo.

Hubiera sido más inteligente apartarse, o decirle que estaban en aquel lugar por cuestiones profesionales, haciendo un trabajo. Que todo aquello era un error.

Pero simplemente no podía hacerlo. El sonido de la canción la embriagaba cada vez más. El alcohol que consumió le hacía cada vez más efecto. Estaba embriagada de Nick Jonas, y lo estuvo durante las últimas veinticuatro horas. Y había intentando comportarse con inteligencia, ser más fuerte que la lujuria, pero todo aquello la estaba consumiendo.

Así que se movió con él, bebió del calor de su cuerpo mientras él se inclinaba más cerca de ella, y sintió el poder de su caliente erección contra su trasero.

¿Le había hecho sentirse tan bien algo en toda su vida?

No lo creía.

No creía que ninguna sensación física la hubiera llevado a un estado tan rápido y profundo, dejándola sin fuerzas para luchar contra la situación.

Se balancearon juntos, mientras la rubia que había en el escenario ronroneaba las provocativas letras que añadían más combustible al fuego que los invadía. ________ no lo miró después de aquello, se limitó a mantener sus ojos justo hacia delante, y sentir todo lo que la rodeaba, intentando sobrevivir a ello, intentado creérselo, y preguntándose qué era lo próximo que iba a ocurrir.

Pero ella sabía lo que iba a ocurrir, desde luego que sí. La canción terminaría. La canción terminaría y entonces, dejarían de moverse al unísono, y fingirían que las cosas volvían otra vez a la normalidad, que él no la había tocado, que ella no había experimentado el profundo y crudo placer de su endurecida verga presionando contra su trasero.

Y fue justo cuando ella estaba llegando a aquella conclusión... cuando algo más sucedió.

La mano cálida y masculina que se había curvado a la derecha de su cadera, comenzaba avanzar hacia arriba, sobre la tela diáfana que le cubría el vientre y más y más alto, hasta detenerse a descansar bajo su pecho, y después, su pulgar se curvó sobre la redonda piel mientras sus otros dedos jugaban con la parte de abajo de su sujetador. El intenso deleite junto con la intensa necesidad de hacer que el contoneo de sus caderas fuera aún más sensual, hizo que su respiración comenzara a dificultarse y le temblara la vulva frenéticamente.

Fue entonces cuando su otra mano se deslizó hacia abajo sobre su muslo y acabó colándose debajo de su falda. Tan rápido, tan suave. Sus dedos se abrieron camino entre sus piernas, y acariciaron la sedosa piel que había allí.

Ella comenzó a respirar con más rapidez e involuntariamente se movió de una manera completamente nueva, haciendo ondas, como si estuviera manteniendo una relación sexual en aquel mismo momento. Recibió su caricia delante y presionó su trasero contra la excitación que la empujaba desde atrás. Entonces, él le rodeó la cintura con el brazo derecho para mantenerla estable, debía haberse dado cuenta de que estaba debilitándola, de que todo su cuerpo empezaba a convulsionarse a causa de las cálidas caricias que le proporcionaban sus dedos.

¿Vería alguien de los que estaban allí lo que estaba sucediendo en aquel instante, la manera en la que él estaba tocándola? Seguramente no, la multitud seguía apretujada, el espacio que había entre los cuerpos era casi oscuro, privado incluso dentro de lo público.

Había pasado ya un rato desde que había dejado de prestarle atención a la canción, pero levantó la cabeza hacia el escenario justo en el momento para captar la última línea: mis manos son las mejores. Era el giro imprevisto del final de la canción, la letrista no tenía amante alguno, se estaba tocando a sí misma.

Entonces, Nick le besó el cuello a ________, lo que hizo que nuevas espirales de placer invadieran su ser. Oh, Dios. Oh, Dios.

Y cuando la canción terminó, la multitud estalló en vítores, y Nick se inclinó hacia ella para hablarle con un tono de voz ronca:

—Ven conmigo.

Ella se dio la vuelta y vio que su mirada era ahora diferente, más paralizante aún. Porque tenía las manos en ella. Porque la deseaba tanto como ella le deseaba a él. Y las palabras de Kelly resonaron de nuevo en su cabeza. «Un amante instantáneo. Solo lujuria y excitación». Nunca había soñado que algo así pudiera suceder realmente.

La mano de Nick se cerraba con firmeza sobre su espalda, mientras tiraba de ella a través de la multitud. No podía ver a la gente a medida que la pasaba, no podía escuchar el principio de la siguiente canción, no podía concentrar su atención en otra cosa que no fuera él, y la necesidad que había crecido dentro de ella y que la estaba abrasando.

Salieron de la masa de gente casi al llegar a la parte trasera de la discoteca, y él la condujo rápidamente lejos de allí, hacia un pasillo iluminado con una luz tenue. Giró el pomo de una puerta sin letrero, pero estaba cerrada con llave.

—Mierda —murmuró en voz baja, y después intentó abrir otra de las puertas que había en el pasillo. Aquella sí se abrió y él tiró de ella hasta colarse dentro. Cerró la puerta detrás de ellos. Encendió el interruptor de la luz que salía de una tenue bombilla que había sobre sus cabezas.

Estaban en un pequeño almacén, entre cubos y escobas y estanterías llenas de productos de limpieza. A ella le latió el corazón con fuerza cuando se encontraron sus miradas. Ambos estaban excitados y preparados.

Nick levantó las manos hacia su cara y la besó, dirigiendo su cálida y húmeda lengua hacia el interior de sus labios. La boca de ________, todo su cuerpo, respondió ante aquella caricia, ya no era consciente de lo que hacía, seguía sus necesidades, apenas se acordaba de cómo le había dicho Nick que estaba excitado. Presionó las palmas de las manos contra su pecho, y clavó las uñas en su camisa cuando uno de aquellos cálidos besos dio paso a muchos más.

Entonces, él bajó la boca hacia su cuello y llevó las manos hacia su falda. La música de Blush hacía que todo el cuarto vibrara, pero el sonido que ________ podía distinguir con claridad era el de su propia respiración irregular a medida que Nick se abría camino con sus dedos bajo el cuero, en busca de sus braguitas. Con un solo tirón su tanga cayó al suelo y una ráfaga de aire frío impactó contra su vulva.

Él respiraba también con dificultad, los dos estaban ocupados intentando deshacerse apresuradamente del cinturón y los pantalones de Nick. Parte de ella no podía creer que estuviera permitiendo que aquello ocurriera, aunque no podía hacer nada para detenerlo.

Y cuando se abrió la cremallera de sus pantalones y Nick también se bajó los calzoncillos, ________ se sintió más débil aún ante la vista de su verga. ¡Oh, cielos, era grande! Tan gruesa, larga y dura como una roca... por ella.

Ella la rodeó entera con su mano, haciendo que Nick soltara un gemido. No solía comportarse de forma agresiva cuando mantenía una relación sexual, pero también era cierto que no solía estar en un almacén dándose el lote con Nick Jonas.

Miró hacia abajo, a su erección y aquello la hizo sentirse más fuerte, y la manera en la que la sentía entre su mano, seda sobre acero, hacía que sintiera ganas de acercarla hacia su cuerpo, más y más cerca, hacía que necesitara sentirla dentro con más ansia de la que ella podía comprender.

—Espera —le susurró Nick, y el pánico la dejó paralizada, «¡Por favor, no te detengas ahora!». Pero él solo se sacó la cartera del bolsillo trasero de sus pantalones para coger un cuadrado de papel de aluminio.

—Ah —dijo ella aliviada. Después, añadió: —Date prisa.

Ella le sujetó su enorme verga hacia arriba y entre ellos, para que él pudiera enfundarse el preservativo.

La siguiente cosa de la que fue consciente fue de sus manos cerrándose sobre su trasero desnudo, y ella rodeándole la cintura con una de sus piernas, y él embistiendo con fuerza dentro de su hambrienta vulva.

—¡Oh! —gritó ella ante el impacto, y sus ojos se encontraron a medida que él empezaba a moverse en su interior.

Ella nunca había hecho algo tan animal en toda su vida, pero aquello era precisamente lo que le apetecía en aquel momento: un polvo animal, fuera de control y temerario. Tampoco había estado nunca con alguien que la tuviera tan grande, y la sensación de plenitud era casi abrumadora, especialmente estando de pie.

—Estás tan húmeda —le gruñó él, y ella le rodeó el cuello con los brazos y se sujetó con fuerza, mientras él embestía dentro de ella, y su piel lo recibía.

—Todo el día —admitió ella entre jadeos. —Y la pasada noche. ¡Oh, Dios! —gritó mientras él la llenaba una y otra vez. —Fóllame —le susurró ella al oído.

Era la primera vez que decía aquel tipo de cosas durante una relación sexual, pero como había pensado antes, era la primera vez que estaba con Nick Jonas. Estaba claro que la llevaba a nuevas alturas, o quizás a nuevas profundidades.

—Fóllame —le dijo otra vez. —Fóllame.

—Estoy follándote, nena —le aseguró él. —Estoy dándote duro.

Se movieron al unísono, con golpes firmes que resonaban en cada centímetro del cuerpo de ________ y ella las recibía, presionando hacia abajo, haciendo que sus movimientos frotaran su clítoris contra él.

—La siento tan grande —le jadeó ella. —La siento tan grande dentro de mí.

—Oh, nena, sí —le dijo él, con un tono de voz que denotaba una cierta arrogancia que ella sintió que le llegaba al alma. Y entonces, él empujó incluso más profundamente, y ella supo que él quería sentir cada centímetro de su cuerpo, quería que ella supiera con exactitud cómo de grande era.

Una sensación de intenso placer resonó en su espalda y descendió por sus muslos, y la debilidad que sentía amenazaba con dejarla caer al suelo. Nick la besó con fuerza y sus respiraciones irregulares casi apagan el eco de la música que se filtraba a través de la puerta.

—Déjame ver tus tetas —le pidió él, en unas palabras que atravesaron su ser. Él no podía llegar hacia ellas ya que tenía que sujetarla con ambas manos para que sus cuerpos siguieran entrelazados, y ella nunca había pensado poder sentir una orden tan excitante, pero así era. Se apresuró a tirar de los botones de su blusa, después levantó las manos para bajar los tirantes de su sujetador. Las copas cayeron hacia abajo y sus pechos saltaron libres, y al instante se deleitó con el hecho de haberlos revelado para él.

Él dejó escapar un gemido cuando sus ojos cayeron hacia sus senos, y ella notó que involuntariamente, su cuerpo se arqueaba hacia delante.

—Chúpalos —le dijo.

Otro gruñido salió de su boca cuando se inclinó para tomar uno de los turgentes pezones entre sus labios, tirando con fuerza de él.

—Oh, Dios —murmuró ella. —Oh, Dios, sí.

Ella estaba acercándose al límite, más y más, iba a alcanzar el éxtasis.

—Fóllame —le rogó otra vez. —Fóllame.

Él siguió dirigiendo su verga a más profundidad y lamiendo su pecho a medida que ella se movía contra él, y hacía cálidos y cerrados círculos con su cuerpo para obtener más placer aún.

—Oh... —gimió ella, perdida ya en las sensaciones, con los ojos cerrados. Se olvidó de que los dos estaban medio desnudos dentro de un pequeño almacén, se olvidó de que apenas lo conocía, se olvidó de que aquella era la relación sexual más ilícita que nunca antes había tenido, y explotó en un orgasmo. Gritó cuando la inundó, saliendo directamente de su vulva y extendiéndose hacia los dedos de sus manos y sus pies. —Sí, sí, sí—dijo ella entre sollozos, hasta que finalmente las olas de placer empezaron a calmarse y una debilidad total se apoderó de su cuerpo.

Abrió los ojos y pudo atisbar un vistazo de la bombilla que había sobre ellos, y luego vio otro de sus puntiagudos pezones abajo, brillando por la saliva que él había dejado y se sintió como alguien diferente. Hasta que lo miró a los ojos, y vio que sus brazos le rodeaban el cuello, fue entonces cuando se sintió como ella misma, viviendo una de sus fantasías más atrevidas, más atrevida en realidad de lo que nunca antes había escenificado.

—Oh, Dios —dijo.

—¿Te ha gustado? —le preguntó él, con aquellos ojos negros y excitantes que todavía estaban llenos de sofocante calor.

—Sí —suspiró ella, con una inclinación de cabeza lenta y agradecida. —Ahora... Fóllame más. Fóllame hasta que te corras — ________ no había sido ella misma desde que había llegado a la Ciudad del Pecado y no veía razón alguna por la que debía cambiar en aquel momento.

Todavía mirándose a los ojos, él la agarró con más fuerza del trasero y hundió los dedos ligeramente en su interior. Entonces, con los dientes apretados, comenzó a moverse, una vez, dos veces, una y otra vez, con embestidas lentas pero intensas que llegaron a lo más profundo de su interior. El cuerpo de ________ se sacudía con cada una de aquellas embestidas y sus pechos se mecían de un lado a otro. Por momentos, retiraba la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados, pero cuando los abría de nuevo, siempre encontraba la mirada de Nick y un acto tan íntimo hacía más poderosa cada sensación. Y fue entonces cuando él dijo:

—Dios, Dios, ahora —cuando cerró sus propios ojos en éxtasis.

________ observó cómo lo inundaba el clímax, lo transformaba, observó cómo el placer y el dolor se reflejaba en la expresión de su cara, y casi vuelve a alcanzar el éxtasis solo de la pura alegría que sentía por haber hecho que él se sintiera de aquella manera.

Pero en el momento en el que él abrió los ojos y ella fue consciente de que se había acabado el sexo, empezó a sentirse de la misma manera en la que se había sentido al llegar al club aquella noche: un poco a la deriva, un poco insegura.

—¿Te ha gustado? —le preguntó ella, tal y como él lo había hecho.

—Ha sido perfecto.

Y entonces... nada. Ella no tenía ni idea de qué debía decir, cómo iban a ir las cosas a partir de aquel momento.

Suavemente, él salió de ella, dejándola de pie por sí sola. Dios, le temblaban las piernas. Y de repente, sintió el cuerpo completamente vacío. Luchó por mantener el equilibrio sobre sus pies, y recogió el sujetador para ponérselo de nuevo.

—Mierda —dijo él y luego añadió: —Lo siento.

Ella dudó un momento.

—¿Lo sientes?

—Es una mala idea follarse a alguien con el que trabajas.

—Oh. Sí. Yo pensaba lo mismo —se abotonó la blusa, y observó cómo él se quitaba el preservativo y lo dejaba caer en una papelera vacía, que descansaba convenientemente en el suelo, detrás de él.

Aquello estaba empezando a parecerle un poco surrealista. Acababa de hacerlo con Nick Jonas.

Pero no, espera... antes ya le había parecido surrealista. Aquello era mucho más que eso. Irreal. Inimaginable.

—Aunque —añadió ella, pensando en voz alta—, no es que sea la primera vez que tienes relaciones sexuales con alguien con el que trabajas, ¿no? —se refería a las cantantes.

Una pequeña y cínica sonrisa se le dibujó en la cara.

—Todo completamente consensual y sin promesas de contrato, por cierto.

—Te creo —le dijo ella suavemente. Y era verdad que lo hacía. No podía imaginar que Nick tuviera que hacer promesa alguna para llevarse a cualquier mujer a la cama.

—Y... era una costumbre que estaba intentando romper.

Ella se mordió el labio.

—Entonces, ¿qué te ha hecho cambiar de idea? Él se subió la cremallera de los pantalones y la miró a los ojos.

—Eres condenadamente sexy.

Se sentía completamente absorbida por aquel hombre y por lo que acababa de hacer con él, y puede que aquello demostrara que tenía un importante problema con su personalidad, pero no podía evitar sentirse deleitada con la idea de que Nick Jonas realmente la viera como una mujer condenadamente sexy. ________ se consideraba una chica normal, bonita cuando tenía uno de esos días buenos, por lo que las palabras de Nick la hicieron temblar de los pies a la cabeza, la hicieron sentir por primera vez en su vida como si verdaderamente fuera una mujer atractiva y excitante.

—Quizás deberíamos dar la noche por acabada —le sugirió él.

—¿Qué pasa con el grupo?

—¿Tú qué dices? Si estuvieras aquí sin mí, ¿estarías preparada para ofrecer un contrato?

Ella no dudó y asintió con la cabeza.

—Sí.

—Bien. Porque eso es exactamente lo que voy a hacer. A la salida, nos presentaremos y acordaremos una reunión —agarró el pomo de la puerta, pero se detuvo para mirar hacia atrás. —¿Estás preparada?

Ella se miró de arriba abajo y se dio cuenta de que tenía las bragas alrededor de uno de sus botines.

—Sí, excepto por esto.

Vio cómo a Nick lo invadía un nuevo calor en su mirada, mientras se agachaba para quitárselas, y las dejaba caer también en la papelera. Antes de levantarse, miró su falda y murmuró:

—Sí, genial, nena.

Aquello fue suficiente para que ella se sintiera de nuevo completamente excitada, y rápido.

Así que cuando él se levantó y volvió a agarrarse al pomo de la puerta unos segundos más tarde, ella cerró la mano sobre su muñeca y le preguntó:

—Nick, acerca de lo que acaba de ocurrir...

—¿Sí?

—Ya que los dos estamos de acuerdo en que esto ha sido un error, será mejor que...

—¿Que no lo hagamos otra vez? —le dijo y ladeó su cabeza en un gesto sexy y la destelló con aquellos ojos seductores. —Mira, nena, no podemos decir que no volveremos a hacerlo y torturarnos durante los próximos días. Pero ya sabes lo que se suele decir.

—¿Qué se dice?

—Se dice que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas —y terminó con un seductor guiño.

—Oh —dijo ella, en un tono de voz demasiado suave.

Kelly había dicho las mismas palabras cuando habían estado discutiendo la idea de que ________ se acostara con Nick, una idea que entonces le parecía imposible. Y lo que él estaba diciéndole ahora era que quería pasárselo bien con ella mientras estuvieran en aquel lugar, pero olvidarse de todo lo que había ocurrido una vez que llegaran a Los Ángeles. Y quizás había algo en todo aquello que ofendiera a la vieja ________, pero que en el mundo de la nueva ________, parecía una idea perfectamente aceptable. Y entonces, más palabras de Kelly llegaron a su mente. «Sin jaleos, sin preocupaciones, nada que implique la complicación del afecto».

Por supuesto, la verdad era que después de aquello era muy probable que trabajar con él a largo plazo le pareciera algo imposible. Porque cada vez que lo mirara, recordaría que se lo había tirado. Y que quería volver a hacerlo.

Pero también era muy probable que no tuviera que preocuparse por eso. Porque era muy factible que él perdiera su puesto de trabajo.

Una idea que hacía que el estómago le diera vueltas y por una razón completamente diferente: el engaño.

Pero simplemente no podía pensar sobre aquello en ese instante. No había respuesta ni solución acertada, así que ¿para qué molestarse? No tenía intención alguna de dejar que el comportamiento poco limpio de Jenkins arruinara el mejor sexo que había tenido en su vida con el hombre más excitante que nunca antes había conocido.

Y dada su precaria situación, disfrutar de ello en aquel momento y cortarlo al final de la semana le sonaba... bueno, como el plan perfecto.

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